Las doce campandas: Mejor con gajos de clementina

Ya llegan las fiestas navideñas, con todas esas fiestas señaladas que nos permiten reunirnos alrededor de la mesa con todos nuestros seres queridos. Primero llegan las comidas y cenas de empresa con los compañeros, pero enseguida están ahí la cena de Nochebuena y la comida de Navidad. Después llega la Nochevieja, con una particularidad que es muy conocida y que forma parte de la tradición española para despedir un año y dar la enhorabuena al siguiente: las doce uvas.

Esta tradición viene de los años 20 del siglo XX y tiene su origen en una gran cosecha de este fruto, que provocó que hubiera una gran cantidad de producción y muchos excedentes. Así que se comenzó a publicitar que acompañar las campanadas con un grano de uva era algo que podía dar suerte. Y el resto, como suele decirse, es historia.

Pero, desde hace varios años, se ha ido imponiendo otra costumbre, que va paralela a la de comer esas piezas de uva pero sin ellas. Los más pequeños, desde siempre, han comido otras cosas, como cacahuetes, chocolatinas o cualquier otro tipo de producto similar. Muchos adultos también las han cambiado por otras cosas, como aceitunas sin hueso, así que… ¿por qué no tomar doce gajos de clementinas?

Con las clementinas se aleja el riesgo de atragantarse, algo que resulta ser muy común con las uvas. No llevan semillas o llevan muy pocas, grandes y fáciles de eliminar, al contrario de lo que ocurre con las de las uvas. La piel es fácil de comer y no suele haber problema a la hora de tragarla y su sabor es excelente y muy bueno.

Además, basta con pelar una clementina y separar los gajos para preparar la ración para cada uno. No precisa mucha preparación y resulta agradable tanto para adultos como para niños. Así que, ¿y si lo pruebas esta nochevieja? Seguro que te encantará.